sábado, 1 de septiembre de 2012

una noche de septiembre


Siempre es difícil empezar una historia. Todas tienen un comienzo, por supuesto, pero esta historia es diferente si te la empiezo a contar una madrugada de marzo, una tarde de mayo o una noche de septiembre...

Una noche de septiembre la protagonista de este cuento sin hadas se sorprendería a sí misma llorando sobre un filete de pechuga sin razón aparente, pero sus razones son cientos. Se acaba de dar cuenta de que la única persona que escucharía sus lágrimas ha dejado de ser su principal motor para quedarse sentada en ese sofá siendo la mujer florero sin anillo.

Ya lo había decidido y ya no había vuelto atrás, pero eso tan solo fue una razón más para seguir llorando aquella noche de septiembre.

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