Mirar durante horas tu colorcito verde, leyendo tus silencios mudos en los que los dos cogemos aire con miedo a soltarlo, rellenando con palabras opacas y oscuras una conversación vacía y sin sentido que ni siquiera es capaz de ocultar lo que después de varios meses todavía no me atrevo a confesar y preguntar. Y cuando por fin consiga reunir todo mi valor en un impulso para preguntarte si todavía sigues ahí para finalmente dar cara a la realidad, el gris evanece de lo probable y se lleva todo, dejando aquí un vacío que se llena de ilusiones sin sentido.
Porque no quiero enviar más postales del extranjero.
Corre, olvídame, haz tu vida que yo sigo aquí con la mía. Y si alguna vez miras atrás, sólo sonríeme sin melancolía y sigue viviendo, por favor.