Dicen que lo que haces el primer día del año es lo que harás el resto del año.
El uno de enero de 2010 seguramente estaba haciendo las maletas, preparándome a despedirme de todos una vez más para continuar mi vida en Francia. Volvía a hacerlas para irme a Bélgica, Berlín y para de nuevo volver a la realidad de mi verdadero hogar. Y otra vez para Portugal, Madrid, casa de nuevo, Granada, Madrid, Sevilla, Madrid otra vez, Lyon, Madrid, casa, Madrid, casa... y mañana tendré que volver a hacerlas para Irlanda. Lo irónico es que el uno de enero de 2011 también estaré haciendo maletas, de lo que deduzco que me espera un 2011 movidito...
Algunos años he dedicado las noches de navidad a confeccionar mi lista de propósitos de Nuevo Año, al año siguiente comprobaba como había alcanzado la mayoría de mis metas. Este año mi intención era la misma, pero simplemente no puedo hacerlo. Por primera vez en mi vida no sé qué quiero.
No sé si quiero acabar la carrera y ponerme a trabajar y crear mi vida en Madrid. O irme a hacer un máster a Francia. O quedarme en España a hacerlo. O coger cuatro cosas e irme de auxiliar de conversación a Francia, Inglaterra, Alemania o Brasil. O sin nada más que yo misma irme a forjar mi futuro donde sea sin saber qué va a pasar mañana. ¿Y si no la quiero acabar y quier continuar un año más como este decidiendo qué hacer con mi incertidumbre? El abismo más grande que nunca se haya abierto ante mí.
Lo peor es que nada me ata en ningún sitio, vaya donde vaya tengo la sensación de que todo será difícil, tendré que luchar de nuevo por conseguir todo. Lo único que me ata está justo donde sé que no quiero estar y aunque llevo años luchando por ello, tampoco hay nada que aquí y ahora me ate. Incertidumbre...
Supongo que cuando llegue el momento sentiré qué es lo que quiero hacer. Como años atrás cuando no sabía qué hacer con mi futuro y llegó el día en el que no hubo dudas. Pero la espera ante este abismo es dura y nadie en este punto puede decidir por mí y el único consejo que sirve es seguir a mi corazón. Lo malo es que es mi corazón el que está en lo alto de una muralla y no sabe hacia qué lado saltar.
Por eso la única propuesta de Año Nuevo que pido para 2011 es que esté donde esté, con quien esté y haciendo lo que quiera que esté haciendo, que sea realmente lo que mi corazón ha elegido y que al final de año tan sólo pueda esbozar una sonrisa porque sé que estoy exactamente donde mi corazón me dice que esté. Tal y como ocurre este año.