Y lo peor de todo, es que incluso siendo consiciente de esa huida de mí misma sin sentido, cuando lo que quiero es quedarme atada a ti, anclada en esta ciudad putrefacta que me agota por momenetos, es que sigo huyendo, no puedo detener mi vida. Puedo, por supuesto que puedo, pero no quiero dejar de hacer planes y precipitar mi vida con el único fin de salir corriendo de aquí, de olvidarte a ti y a todos, de empezar de nuevo una y mil veces para acabar una y mil veces huyendo de mí misma sin huir realmente de nada.
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